El sueño es una
actividad fundamental para nuestro cerebro. Los experimentos clásicos sobre la privación del sueño muestran los efectos devastadores que ésta tiene
sobre la atención, el rendimiento y otras funciones cognitivas como el
aprendizaje, pudiendo poner incluso en riesgo la salud mental de la persona.
Además del
efecto saludable que dormir 8 horas diarias tiene en nuestro organismo y en
nuestras facultades mentales, parece ser que el déficit en la cantidad y/o calidad del sueño puede jugar un papel
causal de la aparición de la enfermedad de Alzheimer.
Así lo muestran
los resultados de un estudio
realizado en la Universidad de
Washington publicado en la revista Nature Reviews Neurology, en el que se
analiza en ratones la relación existente entre el denominado péptido beta-aminoide (Aβ), la falta de sueño y la aparición de Alzhiemer.
Los resultados
de este estudio establecen dos relaciones significativas: por un lado se
concluye una relación directa entre una insuficiente cantidad y calidad del
sueño con una mayor aparición de
este péptido; por otro lado, se corrobora la existencia de una relación directa
entre la acumulación en el cerebro de
este péptido con un peor desempeño
cognitivo, mostrando los sujetos síntomas que se podrían clasificar como
los propios de las primeras fases de la demencia.
Dadas estas dos
relaciones, esta investigación establece una nueva por la cual la falta de sueño en cantidad y calidad puede ser un factor de riesgo en la aparición del Alzheimer favoreciendo la acumulación
del aminoácido β-aminoide que se
iría depositando en forma de placas
tan típicas en esta enfermedad.
A la luz de los
resultados encontrados en este trabajo parece ser que el déficit de sueño no es
tanto una consecuencia del Alzheimer como hasta ahora se creía si no precisamente
un factor participante en el origen de esta enfermedad.
Tal y como indican los responsables de este estudio, es necesaria una mayor investigación para confirmar esta relación tanto en animales como en humanos. No obstante, lo que sí está bien establecido es el papel reparador, saludable, e incluso preventivo, que el sueño tiene en nuestra salud.
Fuente: Novedades en Psicología.