El
sistema de trabajo a turnos, es un fenómeno relativamente frecuente en nuestra sociedad
que lo ha convertido en un estilo de vida en los países industrializados, debido
a motivaciones económicas y a la “necesidad” de proporcionar servicios de 24
horas en determinadas actividades.
Según datos de la VI Encuesta Nacional
de Condiciones de Trabajo, un 24% aproximadamente de los trabajadores en España
tiene jornada a turnos y/o nocturna. El principal sector asociado a este
sistema de trabajo es el industrial. El porcentaje de hombres que trabajan a
turnos es ligeramente superior al de las mujeres.
Sin embargo, estos ritmos de trabajo presentan
inconvenientes: dormir de día no es lo mismo que dormir de noche, y el
organismo no se ajusta fácilmente a adaptar su ritmo biológico a horarios
irregulares o a un tiempo de organización artificial. Desde un punto de vista
biológico, la intensidad de las funciones fisiológicas varía a lo largo del día:
los máximos suelen coincidir con la luz diurna y los mínimos con la noche. En
general, la fase de mayor actividad conlleva un aumento de la glucemia, de la
actividad de la tiroides y de la temperatura corporal, aumento de la presión sanguínea, mientras
que en la fase de reposo presenta descensos en estas variables.
Los trabajos con un sistema de
rotación requieren una adaptación constante de un programa de turnos a otro. De
esta forma, el organismo se encuentra inmerso en un proceso continuo de cambio
y de adaptación por lo que es de esperar que se produzcan más problemas que en
el caso de horarios convencionales.
Por otro lado, entendemos el sueño
como “un estado funcional, reversible y cíclico, que presenta unas
manifestaciones conductuales características, tales como una relativa ausencia de
motilidad y un incremento del umbral de respuesta a la estimulación externa; a
nivel orgánico se producen modificaciones funcionales y cambios de actividad en
el sistema nervioso, acompañado todo ello de la modificación de la actividad
intelectual que supone soñar” .
Las alteraciones del sueño constituyen
el principal problema asociado a los trabajadores a turnos. El grado de ajuste
al trabajo por turnos depende de un gran número de variables como por ejemplo,
la duración del turno, el número de turnos de noche en cada rotación, además
hemos de tener en cuenta factores personales como la edad, años de trabajo, el estilo
de vida de cada trabajador, que pueden modificar los efectos de los turnos
sobre el sueño.
Desde un punto de vista
psicopatológico, el insomnio constituye el principal trastorno asociado al
trabajo a turnos y sobre todo, al trabajo nocturno. En concreto el sueño presenta
una disminución importante en su duración y una alteración significativa en su
calidad.
Por lo que se refiere a la duración
del sueño se produce una reducción de las horas destinadas a dormir; a lo que
además se debe añadir las condiciones ambientales desfavorables de dormir de
día (ruidos, luz…). Todo ello dificulta el carácter reparador del sueño, y como
consecuencia, aumenta la probabilidad de verse afectado por problemas
relacionados con la salud física y/o psíquica a medio-largo plazo.
Es por ello que, aún siendo conscientes
de que en muchas ocasiones será difícil seguirlas todas, les ofrecemos unas
serie de recomendaciones para mejorar la cantidad y calidad del sueño de este
tipo de trabajadores: