viernes, 30 de noviembre de 2012

IMPACTO PSICOLÓGICO Y AFRONTAMIENTO DEL DESEMPLEO

Según la Encuesta de Población Activa (EPA), en enero de este año el número de personas en desempleo superaba los cinco millones o lo que es lo mismo, el 22,85% de la población que puede y quiere trabajar.
 
Esta elevada tasa de desempleo está trayendo graves consecuencias económicas para las familias españolas que ven como no llegan a final de mes, que no pueden atender a sus pagos o que, incluso, ven como pierden sus bienes más preciados y se ven embargados y desahuciados.
 
Pero lo que no se refleja en las estadísticas son las consecuencias psicológicas que acarrea el desempleo.
 
Según refleja José Buendía en su libro “El impacto psicológico del desempleo”, el desempleo produce el deterioro del status social y esto puede afectar a la autoestima del desempleado. Si es duradero, puede generar incluso distintos problemas de salud como los trastornos del estado de ánimo, la depresión, e incluso trastornos de personalidad.

Algunos de los efectos psicosociales que suelen producirse en situación de desempleo se encuentran:
  •  Modificación del autoconcepto ya que la situación de desempleo produce cambios en la forma en que el individuo se percibe a sí mismo y en su percepción de cómo es visto por los demás.
  • Sentimiento de degradación social y pérdida de status.
  • “Síndrome de la invisibilidad”, por el que aquella persona en paro siente que no le ven, que no forma parte de un mundo (mercado laboral) que no deja de funcionar alrededor suyo, pero del que no forma parte.
  • Reducción de contactos sociales y deterioro de las relaciones familiares.
  • Sentimiento de fracaso, de inferioridad, de inutilidad y de dependencia.
  • Pérdida de autoestima, vergüenza, ira, tristeza, culpabilidad, frustración y sintomatología depresiva.
  • Estrés, temor, angustia, preocupación y sintomatología ansiosa.
  • Aumento de consumo de sustancias como el alcohol y/o drogas.
El desempleo provoca así un malestar psicológico que, si no es manejado de forma conveniente, puede llegar a ocasionar diversos trastornos mentales. Hemos de resaltar que el impacto psicosocial del desempleo no es el mismo para todas las personas, dependiendo éste de sexo, edad, duración del desempleo, recursos económicos, o apoyos sociales, expectativas de encontrar empleo, valor o compromiso establecido con el trabajo, así como de rasgos idiosincrásicos y de personalidad y capacidad de afrontamiento.

Desde este post pretendemos ofrecer una serie de estrategias de afrontamiento para superar o llevar mejor este difícil período:
  • Tomar conciencia de la nueva situación. Hay que evaluar las dificultades con las que nos enfrentamos ahora, sin caer en dramatismos.
  • Convertir la actividad de buscar trabajo es un trabajo en sí mismo: establece un rutina de búsqueda, un método y un horario, redacta objetivos a corto y medio plazo, así como las acciones necesarias para lograrlos, activa la red de contactos, actualiza el currículo, amplia tu formación.
  • Planificar el tiempo: es importante tener horarios, objetivos diarios en donde se intercalen planes para la búsqueda de empleo con actividades que favorezcan el bienestar como actividades deportivas, quedar con los amigos, excursiones, visitas a museos, cine…
  • Aprovechar para realizar actividades que teníamos pendientes cuando trabajabas.
  • Dedicar un tiempo a cuidar nuestro cuerpo con hábitos saludables (deporte, relajación, etc…).
  • Buscar el apoyo social de familia y allegados con los que desahogarte pero sin exceso, ya que tras el desahogo debe pasarse a otra etapa constructiva y de buscar soluciones.
  • Conocer y comprender los síntomas negativos que pueden asaltarte (estrés, ansiedad, tristeza, depresión…). Conociendo los riesgos psicológicos que pueden asaltarnos, seremos capaces de afrontarlos mejor.
Por otra parte, el profesor Buendía nos da unas claves para tratar con un desempleado:
  • No transmitir lástima ni ser caritativo con él.
  • Lanzarle un mensaje de que su situación es de transición hacia un nuevo puesto de trabajo.
  • Forzarle a mantener una actitud conocida como de “las 3 C´s”: combativa, comprometida y controlada (no dejarse superar por la situación).

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